La Onomástica: el estudio de los nombres propios

Si bien el origen de las palabras puede ser un término un tanto más amplio, tenemos la onomástica para poder hacerlo más reducido. En este caso, hace referencia a los nombres propios. Nombres que son y serán nuestros protagonistas, tanto en nuestra vida como en el trabajo que mostramos desde esta web.

Pero aunque sepamos cuál es el significado real de palabra onomástica, no se podía quedar atrás en mostrarnos más. Ese ‘más’ será un origen así como una procedencia de todos los nombres propios que usamos. No solo para designar a las personas, sino también para los lugares. ¡Porque todo tiene un principio! ¿Quieres conocerlo?

¿Qué es la Onomástica?

La Onomástica Estudio de los nombres propios

Cuando hacemos referencia a esta palabra, seguro que todo el mundo conoce el significado. Podríamos decir de ella que es una rama o parte de la lexicografía. Es decir, toda esa recopilación o grupo de palabras que tiene una lengua. Pero en el caso de la onomástica, dichas palabras se refieren a los nombres propios como apellidos, así como los que designan lugares, plantas o eventos, etc. No podemos olvidar que la palabra onomástica viene del griego y se puede traducir como ‘el arte de asignar nombres o nombrar’.

Clasificación o ramas de la Onomástica

Antroponimia

Una de las ramas más importantes es la antroponimia, también se le llama onomástica antropológica. En ella lo que se estudian son los nombres propios y de personas. En ellos, también se incluyen los apellidos. Claro que en algunas culturas, ya muy lejanas, tan solo usaban un nombre propio o de pila, que era el que los identificaba.

Se dice que la mayor parte de los antropónimos vienen de otros nombres comunes. Por lo que en ocasiones es más complicado saber el significado. Para saberlo, tenemos que echar un vistazo a la etimología. Ya que será ella quien nos aporte la historia de dicho nombre. Nosotros contamos con antroponímicos del griego, romanos, hebreos, germánicos o árabes.

Como curiosidad, hace muchísimos años, el nombre que se le ponía a un hijo eran las primeras palabras que el padre decía al verlo. Mientras que los romanos si no tenían elegido el nombre, recurrían a los números.

Toponimia

Otra de las disciplinas, dentro de la onomástica, que estudia los nombres propios de los lugares. Aunque no solo en estos de los nombres se habla de toponimia, sino que también es frecuente encontrarlo en anatomía o en biología. No es hasta finales del siglo XIX cuando realmente se recoge este término en la RAE.

Hay que destacar que los topónimos también pueden venir de los nombres de personas. Pero también son nombres que destacan en cuanto a cualidades o material al que se refieren. Por lo que no es de extrañar que un nombre de un lugar aporte cualidades del entorno como si fuese una conexión mística, pero es la procedencia de dicho nombre. Dentro de la toponimia tenemos los hidrónimos (ríos), talasónimos (mares y océanos), orónimos (nombres de montañas) o teónimos (nombres de Dioses).

Bionimia

En este caso, tan solo decir que se centra en el estudio de los nombres de seres vivos. Entre los que destacamos los animales y las plantas. Por un lado tenemos zoonimia que es la parte que hace referencia a los animales mientras que cuando hablamos de fitonimia, entonces serán las plantas las protagonistas.

Odonimia

Claro que si hablamos de la clasificación de los nombres, tampoco podíamos dejar de lado la que se encarga de las calles, plazas o carreteras. Ya que todas ellas, mejor dicho sus nombres, formarán parte del llamado odónimo. Este término también viene del griego antiguo y se puede traducir como ‘nombre de ruta’.

La historia de la Onomástica en nuestro país

Hay que decir que en España había varias lenguas como podían ser el celtíbero o tartesio, entre otras. Esto era indicador de que las culturas y la diversidad estaba presente en nuestro país. Por lo que nos ha ido dejando sonidos letras y raíces de palabras muy variadas. Por ejemplo, el castellano y el íbero comparten las cinco vocales que las diferenciaba del resto de las lenguas románicas. Al igual que otros sufijos que no vienen del latín como -arro o -ueco.

Cuando llegaron los romanos, trajeron consigo el latín y como tal, querían que tan solo este tuviera el gran protagonismo. Tirando por tierra la gran mayoría de las otras lenguas que se hablaban. Con el paso del tiempo y de las generaciones se estableció tan solo el latín. Aunque se dice que euskera también resistió a este tiempo. De ahí que gran parte de los nombres o topónimos vengan del latín denominado vulgar. Ya que en él se englobaban todos los dialectos. Un repaso por la historia para conocer el origen de muchos nombres.